La mejor vacuna frente a la crisis energética: las energías renovables
La mejor energía renovable: la que nos vacuna con salud en forma de vitamina, el sol y la vitamina D
Las energías renovables son la medida económica más eficaz para invertir cuando hay una gran crisis energética. España debido a su posición privilegiada con alta cantidad de luz solar, si ha apostado por esta forma de energía como prioritaria.
Recientemente, haciendo un símil de lo que ha supuesto estos años de pandemia y de la importancia que han tenido las vacunas para prevenir los contagios, se ha considerado que la mejor vacuna para la crisis energética puede considerarse la energía solar, ya que nos vacuna con salud en forma de vitamina D que nos aporta el sol. Por lo que apostar por la energía solar no solo nos previene de otra posible crisis energética, sino que además nos aporta salud, porque nos inyecta una dosis adecuada de vitamina D [https://www.eleconomista.es/branded-content/noticias/11951302/09/22/Eficiencia-y-energia-renovables-las-mejores-vacunas-ante-la-emergencia-energetica.html].
La mejor vacuna frente a los distintos patógenos tras la pandemia ¿Cúal es?
Tras la pandemia hemos visto algunos virus que han aparecido singularmente y frente a los cuáles las personas en riesgo han contado con acciones y vacunas de rápido desarrollo, este es el caso de la vacuna JYNNOS, para el virus de la viruela del mono que se desarrolló y aprobó rápidamente por las agencias reguladoras, tanto la americana FDA como la europea EMA [https://espanol.cdc.gov/poxvirus/mpox/index.html]. Pero para otros virus como el caso de las hepatitis C, pese a ser un problema creciente en España y mundialmente, no existen aún vacunas [https://theconversation.com/hepatitis-viricas-estas-son-todas-las-que-se-conocen-algunas-sin-cura-ni-vacuna-182067].
Otros virus que han surgido tras la pandemia y que actualmente en este año 2023 si cuentan con vacunas, son frente al virus respiratorio sincitial (VRS) responsable de la bronquiolitis en lactantes y en ancianos. Dos vacunas desarrolladas por GSK (Arexvy) y Pfizer (Abrysvo) parecen tener éxito en ancianos [https://vacunasaep.org/profesionales/noticias/VRS-primeras-vacunas-adultos-mayores]. Sin embargo, para el VRS en lactantes se ha desarrollado una “vacuna” denominada: nirseminab que la FDA y la EMA han aprobado para incluir en el calendario vacunal. Sin embargo, en los últimos días ha surgido la polémica con este fármaco.
Nirseminab (denominado Beyfortus de forma comercial) no es una vacuna en sí, sino un anticuerpo monoclonal humano que sirve de inmunoprofilaxis pasiva, ya que estos anticuerpos son neutralizantes de la proteína prefusión del virus e inhiben o bloquean la fusión del virus a la membrana de la células, por lo que se impide así su entrada y se neutraliza al virus [https://www.elsevier.es/es-revista-vacunas-72-avance-resumen-nirsevimab-hacia-inmunizacion-universal-poblacion-S1576988722001844].
Recientemente esta “vacuna” ha generado controversia no porque no sea un medicamento muy interesante para neonatos menores de 6 meses, donde la infección por VRS puede ser mortal, sino porque solo algunas comunidades autónomas en España han priorizado su administración; mientras que otras no, generando un gran revuelo y reflexión sobre el sistema sanitario.
¿Cómo relacionarías tu ambos fenómenos: vacunas y energías renovables? Incluye aquí debajo tus aportaciones a estos dos grandes temasen respuesta a esta entrada.
La pandemia de covid-19 nos ha dejado varias certezas con respecto a los jóvenes en relación con esta enfermedad infecciosa causada por el virus SARS-CoV-2.
En primer lugar, hoy sabemos que los adultos mayores de 60 años tienen un mayor riesgo de morir y sufrir [covid grave que los adultos jóvenes](https://doi.org/10.1016/j.ijid.2021.09.022).
Segundo, solo aquellos jóvenes con varias morbilidades de riesgo han sufrido también hospitalizaciones y enfermedad covid grave durante la pandemia.
Y tercero, los datos de los ensayos clínicos avalan una dosis de refuerzo en el grupo de menores de 35 años al disminuir su posibilidad de infectarse y de enfermedad severa en [porcentajes superiores a los de los mayores de 35 años](https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8728796/).
## Vacunarse reduce la coinfección con gripe y la covid prolongada
Los datos científicos indican que existen varias razones para fomentar una dosis de recuerdo en los jóvenes:
**1. Aumento de incidencia covid y convergencia con otras infecciones estacionales.**
En pleno otoño y con un incremento relevante en la incidencia de la covid-19, existe la posibilidad de convergencia con otras enfermedades infecciosas estacionales como son la gripe y virus sincitial, por lo que un refuerzo en los jóvenes ayudaría a disminuir la posibilidad de coinfección. Además, hay que tener en cuenta que entre los jóvenes también hay grupos de riesgo a los que se recomienda esta dosis de refuerzo, como [mujeres embarazadas o en periodo de lactancia](https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/recommendations/pregnancy.html).
**2. Disminución en la inmunidad a las vacunas covid.**
La [inmunidad a las vacunas frente a covid-19 decae en todos los grupos de edad, incluidos los jóvenes](https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(22)00152-0/fulltext). Una inmunidad reducida daría oportunidades al virus para aumentar su transmisión, lo que se podría traducir en un aumento de la incidencia a enfermedad grave, hospitalización y muerte.
**3. Reducir el impacto de la covid prolongada.**
Muchos adultos de todas las edades continúan informando de síntomas meses después de la infección, lo que se denomina covid prolongada, con secuelas debilitantes que pueden causar bajas laborales. Incluso se ha sugerido un aumento de ictus en los casos de adultos menores de 45 años y con el desarrollo de síntomas similares a enfermedades reumáticas autoinmunes con presencia de autoanticuerpos. La vacunación puede [reducir este impacto de la covid prolongada y del desarrollo de estos síndromes autoinmunes](https://www.bmj.com/content/377/bmj-2021-069676).
**4. Las vacunas covid-19 son seguras, y las nuevas más interesantes.**
## Menos de la mitad de los jóvenes tienen dosis de refuerzo
A pesar de estos buenos datos clínicos y las razones para que los jóvenes se pongan una dosis de refuerzo, el mensaje no ha calado del todo. Aunque la mayoría de los jóvenes españoles (en torno a un 84 %) tienen una pauta de vacunación covid completa, menos de la mitad de los adultos jóvenes entre 20 y 39 años se han puesto una dosis de refuerzo. Contrasta con el [porcentaje de adultos entre 49 y 59 años, un rango de edad con una dosis de refuerzo (76 %)](https://www.datadista.com/coronavirus/evolucion-de-la-vacunacion-en-espana/).
Estos datos sugieren que los adultos jóvenes en España son reacios a ponerse la dosis de refuerzo, datos similares [a encuestas en la población joven universitaria de EE UU y algunos países centroeuropeos](https://doi.org/10.3390/ vaccines10020265).
¿Cuál es la razón de esta desconfianza en las vacunas covid-19?
Un año después, la pandemia de covid-19 cambió las tornas. Y esos conceptos llegaron incluso a los programas más vistos en televisión. Paralelamente, empezamos a ponerle cara a los científicos y científicas más relevantes en Biología Molecular, Enfermedades Infecciosas e Inmunología, antes absolutos desconocidos.
En cierto modo, asistimos a una alfabetización científica general que puede haber influido de forma positiva en las buenas tasas de vacunación completa en España. Pero insuficiente para convencer al grupo de los jóvenes desde 25 a 35 años de la importancia de la dosis de refuerzo. Y no hablamos de continuas dosis de refuerzo que podrían no estar indicadas, como afirma la [Federación Europea de Sociedades de Inmunología](https://www.efis.org) en el [último Informe del grupo de Vacunas](https://www.efis.org/cms/upload/downloads/EFIS-Vacc-TF/EFIS_Vaccine-TF_Lessons-Learned-report.pdf), sino de una sola dosis de refuerzo.
## Pequeña indagación con un cuestionario dirigido
Participaron voluntariamente 52 jóvenes universitarios con edades entre 25 y 45 años, y otras 20 personas adultas de distintos ámbitos y formaciones académicas menores de 59 reclutadas a través de Facebook. Las 10 preguntas planteadas recogían información sobre su estado de vacunación infantil, de adultos y de gripe, si habían pasado covid-19 y cuándo, si habían pasado la gripe, su confianza en las vacunas, el tipo de vacunas que conocían y cómo se informaban sobre vacunas. La pretensión no era hacer una encuesta científica sino obtener información que sirviera de punto de partida y reflexión.
Los resultados de este pequeño cuestionario indican que casi todos los participantes, un 96 %, tenían una vacunación covid completa. Solo un 4 % o no se habían vacunado o tenían una vacunación incompleta. También constatamos que un porcentaje alto de los participantes (69 %) tenía una dosis de refuerzo, lo cual era lógico ya que habían participado en el cuestionario un notable grupo de profesionales sanitarios.
En cuanto a su historial de vacunación, todos habían recibido todas las vacunas infantiles y en un porcentaje alto (62 %) estaban vacunados de adultos frente al papiloma, la varicela, la hepatitis A o B, el neumococo, el meningococo o el tétanos. Además, la mitad también se habían vacunado de la gripe, como se recomienda a sanitarios independientemente de su edad.
Los encuestados tenían un buen conocimiento sobre todos los tipos de vacunas, y un 80 % declaraba tener confianza en todas las vacunas. El 20 % restante, sin embargo, desconfiaba de las vacunas covid-19. Esto explica que un tercio de los jóvenes participantes no se haya puesto la vacuna de refuerzo.
Fue una grata sorpresa comprobar que, en su mayoría (80 %), recababan la información sobre vacunas en los medios nacionales oficiales como el Ministerio de Sanidad o el Instituto de Salud Carlos III o internacionales oficiales como los Centros de control de enfermedades, de prevención, organismos reguladores como la EMA o la FDA.
El punto de partida de los jóvenes adultos en nuestro cuestionario parece bueno: conocen todos los tipos de vacunas, tienen una alta confianza general en las vacunas, se informan en sitios fiables sobre vacunación, no son reticentes a vacunarse… Sin embargo, su confianza en las vacunas covid-19 sigue siendo más baja que en el resto.
## Información científica de calidad para los jóvenes
Para convencer de datos científicos a nuestros jóvenes bien informados hay que dar una buena formación científica y de calidad. La divulgación general probablemente no es suficiente: hace falta una información científica más amplia y programada sobre Prevención y Vacunas. En otras palabras, puede que a los jóvenes adultos les haya faltado una información especializada y científica sobre vacunas de adultos, incluidas las vacunas frente a SARS-CoV2. De haberla tenido es probable que su confianza en las vacunas de refuerzo fuera más firme.
De cara al futuro, convendría reforzar la divulgación en dos aspectos: vacunas de adultos y enfermedades infecciosas.
_Agradecimientos especiales de la autora a los alumnos de Procesos Sanitarios y Avances en Enfermedades Infecciosas de las Facultades de Educación y Ciencias de la Salud de UNIR y a diversos usuarios de Facebook que participaron voluntariamente en el cuestionario._
Existen dos alimentos históricamente prohibidos para las mujeres embarazadas: el jamón curado y el queso no pasteurizado. El primero, por el riesgo de contraer toxoplamosis. Y el segundo, por otra bacteria menos conocida pero bastante peligrosa para el feto llamada _Listeria monocytogenes_.
Se trata de una bacteria ambiental presente en el agua y la tierra, en vegetales en descomposición, en animales domésticos y salvajes, incluso en la microbiota. Es responsable de una infección alimentaria grave conocida como listeriosis. Lo preocupante es su capacidad de contaminar no solo los quesos frescos y blandos preparados con leches no pasteurizadas, sino también germinados crudos, melones, salchichas, patés, salmón y mariscos ahumados o carnes listas para comer en fiambre.
Las infecciones por listeriosis suelen ser esporádicas. Pero en ocasiones surgen grandes brotes alimentarios relacionados con problemas de control en la industria alimentaria o con fallos en los sistemas de almacenamiento de alimentos. Como el que sucedió en España en 2019 asociado al consumo de [carne mechada](https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/listeriosis/home.htm).
## Leve para los sanos, grave para fetos e inmunodeficientes
¿Quiénes están en riesgo y cuáles son los síntomas de la listeriosis? Las personas con alto riesgo frente a esta infección son adultos con un sistema inmunológico debilitado, mujeres embarazadas, sus fetos o recién nacidos y adultos mayores de 65 años. La infección de fetos y recién nacidos no es a través de los alimentos, sino por transmisión de la madre a través de la placenta.
En estos individuos de riesgo el índice de mortalidad por listeriosis es muy alto, [rondando el 20-30%](https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/listeriosis). Para el resto de las personas jóvenes o los adultos sanos, la listeriosis es una enfermedad leve, con síntomas similares a los de cualquier microbio transmitido por alimentos (diarreas y fiebre). Tanto que normalmente la infección pasa desapercibida y ni siquiera se diagnostica.
En mujeres embarazadas tampoco encontramos síntomas muy específicos: fiebre, fatiga o dolores lumbares o musculares. Sin embargo, sus consecuencias para los fetos son muy graves, por lo que conviene diagnosticarla lo más rápidamente posible. Concretamente, en los fetos provoca abortos, muerte fetal, partos prematuros o graves patologías neurológicas en los recién nacidos supervivientes.
En las personas mayores de 65 años o adultos con sistemas inmunológicos debilitados, entre ellos pacientes oncológicos, los síntomas de listeriosis más habituales incluyen dolor de cabeza, rigidez en el cuello, confusión, pérdida del equilibrio, convulsiones, fiebre y dolores musculares. Si pasa del intestino a la sangre origina septicemia, y meningitis o encefalitis en caso de invadir el cerebro. Otra posibilidad es que provoque erupciones cutáneas, gastroenteritis, mioendocarditis o artritis sépticas.
## Diagnóstico y tratamiento de la listeriosis
Que la bacteria de la listeriosis genere estas patologías se debe a dos [características especiales](https://novapublishers.com/shop/listeriosis-outbreaks-symptoms-risk-factors-and-treatment/). En primer lugar, que puede atravesar tanto la barrera hematoencefálica del cerebro como la barrera placentaria en el útero. En segundo lugar, que sobrevive a la refrigeración –e incluso a la congelación– durante un periodo de tiempo relativamente largo.
El diagnóstico se realiza identificándola en un cultivo microbiológico de la sangre, el líquido cefalorraquídeo o el líquido amniótico de los pacientes. En mujeres embarazadas y recién nacidos se trata con antibióticos como ampicilina o amoxicilina durante dos semanas. Sin embargo, en adultos mayores de 65 años o con un sistema debilitado el tratamiento se puede alargar un mes.
La mejor manera de prevenir el contagio de esta bacteria es mantener una buena higiene, lavarse en profundidad las manos tras estar en contacto con animales y cocinar bien los alimentos, a temperaturas superiores a los 70ºC. No hay que olvidar que esta bacteria puede crecer cómodamente entre -20ºC y 4ºC e incluso tolerar ambientes de alta salinidad. Por ello, las personas de alto riesgo a listeriosis deben evitar el consumo de quesos blandos y alimentos refrigerados como [pescados crudos, ahumados o mariscos, leche cruda o verduras congeladas sin cocción](https://www.cdc.gov/spanish/listeria/faq.html).
Además, hay que tener en cuenta que esta bacteria suele formar biopelículas en las superficies, por lo que se deben tomar medidas más drásticas de desinfección.
En el ámbito de la industria alimentaria, para prevenir la listeriosis es fundamental seguir buenas prácticas de higiene y manipulación, además de un control real y efectivo de la temperatura en la cadena de producción, distribución y almacenamiento de los alimentos.
En cuanto a su posible reservorio animal en los rumiantes, conviene vigilar la presencia de clones hipervirulentos y evaluar la razón de su selección.
## Momento de plantearse una vacuna
Según [el último informe 2019 del Centro Europeo para la prevención y control de enfermedades](https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.2903/j.efsa.2021.6406) (ECDC), Alemania (570 casos) y España (505 casos) están a la cabeza de la listeriosis, seguidos por Francia (373 casos). Esto sugiere que es buen momento para dar prioridad a la búsqueda de una vacuna.
Las vacunas que existen están en fases preclínicas en animales de experimentación. Las hay con diseños celulares, que [difícilmente pueden desarrollarse de forma comercial](https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3930854/). Pero también contamos con opciones sintéticas de bajo coste que podrían producirse a gran escala con relativa facilidad. Es el caso de las nanoformulaciones con distintos antígenos de la bacteria con una toxina bacteriana como [la listeriolisina O](https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25659269/). O de las propuestas basadas en factores de virulencia compartidos con otras bacterias, que podrían proteger frente a [varias enfermedades infecciosas](https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33953709/).
También existen ya vacunas experimentales para listeriosis que utilizan bacterias atenuadas que protegen [frente a las cepas más frecuentes de esta bacteria](https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33362730/) y que podrían pasar a fases clínicas si hay farmacéuticas interesadas.
Que la vacuna de la listeriosis se hiciera realidad no sólo sería interesante para Europa y países occidentales, donde tanto las mujeres embarazadas como los recién nacidos y los adultos mayores de 65 años o con un sistema inmunológico debilitado se beneficiarían. También saldrían ganando países en vías de desarrollo, donde la incidencia de listeriosis es aún muchísimo más alta porque la pasteurización y la cocción de alimentos no están tan extendidas.
En pocos meses hemos logrado tener un 30% de la población vacunada en nuestro país. Y eso invita a reflexionar sobre cómo es la inmunidad que adquirimos. ¿Es equivalente la inmunidad natural que confiere ser infectados a la que aportan las vacunas frente a COVID-19? ¿Podemos medir con pruebas rápidas esa inmunidad?
Para empezar hay que tener en cuenta que la inmunidad natural tras la infección está condicionada por las distintas tácticas con las que el virus SARS-Cov-2 intenta esquivar al sistema inmune. Además, el virus es capaz de mutar y generar variantes que también pueden ser más transmisibles y virulentas, lo que también afecta a la inmunidad que genera.
Hay que indicar que ambas habilidades son diferentes. Que el virus alcance mayor transmisión implica que podría esparcirse con facilidad a un mayor número de personas, como ocurre actualmente con la variante delta, candidata a convertirse en la variante dominante en poco tiempo. Sin embargo, una mutación que generara mayor virulencia aumentaría la gravedad incluso con una infección muy pequeña, algo que afortunadamente no ha sucedido de momento con SARS-CoV-2.
## Cómo se mide la inmunidad
En principio, la inmunidad natural se podría hipotetizar como más amplia porque implica una respuesta inmunológica frente a un número más alto de antígenos que la respuesta inmunológica a una vacuna con un único antígeno. Este es el caso de muchas de las vacunas actuales frente a COVID-19. Algunas usan como antígeno la proteína S completa (AstraZeneca o Jannsen), y otras solo la región de unión al receptor de entrada del virus, llamado RBD (Pfizer o Moderna).
Pero también hay que hacer aquí una salvedad, porque existe la posibilidad de crear vacunas frente al virus inactivado, como han hecho para la vacuna de SinoVac. En ese caso, la respuesta inmunológica que induciría sí sería frente a todas las proteínas del virus.
Lo que parece indiscutible es que no es sencillo medir la respuesta inmunológica. La respuesta de anticuerpos, conocida como inmunidad humoral, sí se examina con tests serológicos rápidos. En cambio, la respuesta de las células T o inmunidad celular no se puede evaluar con ninguna prueba rápida.
Por último, si pretendemos comparar la inmunidad natural y la que confieren las vacunas, hay que tener en cuenta que al vacunar buscamos una respuesta inmunológica que neutralice al virus y además nos ofrezca protección a muy largo plazo.
El matiz “neutralizantes” al hablar de anticuerpos es importante, porque evalúa la capacidad de estos anticuerpos para bloquear al virus. Ese análisis de su función ofrece más información sobre la protección que los tests serológicos, que solo examinan [cantidad de anticuerpos frente al virus](https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8183028/).
En cuanto al problema de las variantes, las vacunas de ARN, adenovirus y proteínas recombinantes con una pauta de vacunación de dos dosis generaron suficientes anticuerpos neutralizantes frente a las [variantes beta, alfa y gamma](https://www.nature.com/articles/s41591-021-01347-0). Respecto a la variante delta no hay aún estudios clínicos.
## Conclusión: vacunarse es fundamental
En definitiva, todos los estudios reflejan que la inmunidad de los vacunados induce más protección que la inmunidad natural. Vacunarnos es fundamental, incluso si ya hemos pasado la COVID-19. Otra conclusión indiscutible es que merece la pena realizar muchos más estudios de anticuerpos neutralizantes con todas las vacunas disponibles. Por un lado, para comparar entre ellas y con los anticuerpos neutralizantes de los pacientes COVID-19, ya sean asintomáticos, leves o graves. Pero también para realizar estudios epidemiológicos que evalúen la importancia de las vacunas en la pandemia.
Artículo en The Conversation el 24 de Junio de 2021
Sobran argumentos y palabras, no hay comparación a la posibilidad de trombos de medicamentos como la “píldora” comparado con esta vacuna o con una acción tal simple como fumar. Pero aún es peor el riesgo a Trombos que causa una infección por COVID, nada menos que el 16,5% de los pacientes sufren trombos, mientras que el riesgo a trombos con esta vacuna es 0,0004%.
Si añadimos que a partir de los 50 años el riesgo a COVID mortal es del 3% y que aumenta significativamente a un 9,5% si añadimos 10 años más, es decir entre los 60-69 años y que a partir de los 70 años el riesgo a un COVID mortal es del 22,8% yo creo que los miedos a un trombo deberían ser menores que los miedos a poder coger COVID.
Seamos juiciosos y no desconfiemos de unos medicamentos cuya regulación es la más estricta que existe y sin embargo no desconfiamos de otros cuyo riesgo a desarrollar trombos es real: anticonceptivos, corticoides o antipsicóticos.
En este artículo explicó varias de estas razones que son en resumen las siguientes:
1.- Falta de industrias farmacéuticas que generen materias primas para las vacunas (nano lípidos, adyuvantes, viales para las vacunas, tapones para los viales..)
2.- Falta de biotecnológicas que produzcan antígenos de vacunas (ARNm, adenovirus, proteínas recombinantes, virus inactivados)
3.- Desaparición de farmacéuticas en España filiales de las que producen vacunas (AstraZeneca, Pfizer, GSK, Novartis…)
4.- Fata un Plan General de Vacunación con plan A, B y C para que no pare la vacunación si hay problemas (saber que vacunas se dirige a que grupos, tener varias vacunas para cada grupo, acceder a todas las vacunas posibles de los distintos mercados)
5.- Falta de inversión en I+D+i para que hayas grupos de investigación que diseñen vacunas (en organismos públicos como universidades, centros de investigación como el CSIC, institutos de investigación como el ISCIII, en organismos privados y mixtos como universidades privadas, centros de investigación público-privados…)
Hoy en la radio ARCO FM de cantabria con Chuchi Guerra, hemos tenido una amena charla sobre el libro El espíritu de la mariposa (la cultura) con su autora Maria Luisa Martin Horga y dos investigadores del IDIVAL (ciencia), Carmen Alvarez y Jesús Merino, a cuyos grupos de investigación en Inmunoterapia del cancer (Salud), dona la autora los beneficios de su libro. Hemos hablado de un libro que transmite esperanza en todo, el tema, su diseño y su contenido, donde la Salud también forma parte de la historia, la medicina, los trasplantes de órganos, la vida. Y además el gesto generoso de la autora de aportar su grano de arena a la investigación, refleja cómo hacer algo por la ciencia y la Salud, puede partir de cualquier iniciativa y que mejor que partir de la cultura, de los libros. Es también un gesto de reivindicación para que se destine más financiación a la investigación. De eso también hemos hablado de lo importante de pequeños gestos como este, o de cómo nuestros impuestos deberían invertirse en investigación, como la famosa y reclamada casilla para la ciencia en la declaración de hacienda que los científicos llevamos solicitando desde hace más de 10 años a nuestros politicos, sin ningún éxito. De lo poco que vende invertir en ciencia, de lo fundamental de invertir en Salud e investigación, de lo que hacemos los investigadores, en fin de la vida. Pero también es muy importante que la gente conozca lo que hacemos y que cada vez divulguemos más la ciencia; por eso gracias a emisoras de radio como ARCO FM en Cantabria por ayudarnos a divulgar Salud, ciencia y cultura.